Siempre tuve claro que quería ser periodista. Desde que grababa programas de radio en casa con mis amigos, presentaba a mis primos en los vídeos caseros en verano o cuando me compraron un micrófono de plástico con el que me ponía delante del espejo...¡Demasiados gestos auguraban que éste iba a ser mi camino profesional! Un camino tan apasionante como sacrificado, tan inestable como gratificante. La radio fue mi principal escuela. Allí aprendí a saltar al "aire" y a hacer uso de una de las principales herramientas del periodista: la voz.

Después, 15 años como reportera me han permitido recorrer nuestro país contando historias, las vuestras, las de todos. Y conocer y dar voz a gente increíble. Cuánta razón tenía el gran Alejo Carpentier cuando decía que  "El periodismo es una maravillosa escuela de vida". Creo que no se puede definir mejor. Y esa escuela hace poco me permitió cumplir uno de mis sueños: presentar mi propio programa, comunicando a diario y en directo delante de las cámaras: el lugar donde más disfruto y más cómoda me siento. Pero ya sabéis que en la escuela nunca se deja de aprender.Mi escuela sigue abierta, mis sueños vivos y la vocación de esa niña con micrófono de plástico intacta.

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